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El pueblo de Santiponce nace a orillas del
Guadalquivir, en un lugar denominado “Isla de Hierro”, donde hoy se
localiza el Estadio Olímpico de la Cartuja. Por su proximidad al río
padecía frecuentes riadas, y, en una de ellas, acaecida el 20 de
diciembre de 1.603, quedó sepultado para siempre.
Hoy día se pueden admirar sus restos de extraordinaria grandeza: Sus
"casas" con bellos mosaicos, las "calles" todavía empedradas, sus
extraordinarias "cloacas", las "termas" y sobre todo su magnífico
"anfiteatro", tercero en capacidad del mundo romano. El "teatro",
situado en medio de Santiponce, está en proceso de excavación y
restauración.
Lugares de interés
Conjunto arqueológico de Itálica: La ciudad romana de Itálica,
fundada en el 206-204 a.C. por el general Publio Cornelio Escipión y
acrecentada en época del emperador Adriano (76-138 d. C.), fue
declarada monumento histórico-artístico en 1912. Entre sus elementos
arquitectónicos exhumados destacan el anfiteatro, el teatro, el
templo dedicado a Trajano, las dos instalaciones termales, los muros
y pavimentos de las casas de la ciudad adrianea, los depósitos de
agua, la cloaca máxima y la muralla
DECRETO 7/2001, de 9 de enero, por el que se delimita la zona
arqueológica de Itálica
Descripción:
Por lo que respecta a los orígenes de Itálica, falta un conocimiento
exhaustivo del asentamiento turdetano, especialmente en su relación
con la fundación de Escipión. No obstante, se tienen evidencias del
núcleo prerromano a través de las excavaciones realizadas en el
Pajar de Arcillo y en los exteriores del teatro. La ciudad, que
vivió sus momentos de máximo esplendor entre los siglos I y IV de
nuestra era, especialmente bajo los reinados de Trajano y Adriano,
comienza un paulatino despoblamiento que se acentúa en época
visigoda, hasta su total abandono en época musulmana. Las fuentes
árabes nos hablan de ""Taliqa" en el siglo XII, topónimo del que
deriva del nombre de "Campos de Talca" que se le dio al despoblado
en la baja Edad Media.
El yacimiento está constituido básicamente por la ciudad romana de
Itálica, cuyo núcleo fundacional se encuentra oculto bajo el casco
urbano de la actual Santiponce y un área residencial de expansión
englobada en lo que actualmente es el Conjunto Arqueológico de
Itálica. Al núcleo principal del yacimiento -la ciudad romana- hay
que añadir diversos elementos integrantes de la misma situados al
exterior de la muralla: Anfiteatro, teatro, acueducto, necrópolis y
zonas de carácter artesanal o agropecuario.
La superficie que se declara en la delimitación del bien de interés
cultural es de aproximadamente 116 hectáreas y 20 áreas.
En el núcleo fundacional de la población se construyó el primitivo
foro y sus dependencias públicas anejas, todavía mal conocidas,
aunque parece que ya está detectada la presencia de un antiguo
templo republicano. Mejor identificado está el edificio que albergó
las primeras termas, denominadas "termas menores", al haber sido
objeto de un proceso sistemático de excavación. Extramuros, aunque
próximo a la ciudad vieja, se encuentra el teatro. Identificado por
A Collantes de Terán en 1937. El teatro, construido en época de
Augusto, está adosado a la muralla. Este edificio fue parcialmente
demolido durante su período de uso, cuando se le adosó otro
destinado a contener un templo dedicado al culto imperial.
El barrio norte, surgido de la idea helenística de la reconstrucción
y renovación de la viejas ciudades mediterráneas encarnada por
Alejandro Magno, representa la perduración de esta idealización en
época de Adriano. Dotada de anchas calles y aceras porticadas,
representa el gusto por la adaptación topográfica de las manzanas,
así como por un urbanismo caracterizado por la ausencia de ejes
predominantes, donde los edificios públicos aparecen subordinados al
esquema de las calles.
Las casas de este barrio residencial son auténticas quintas urbanas
o ""domus". Normalmente constan de dos plantas de gran superficie
ordenadas alrededor de un patio central porticado, que suele
contener un aljibe subterráneo al que se precipitaban todas las
aguas pluviales. Habitualmente cada manzana la ocupan dos viviendas
separadas por un muro medianero a sus traseras. Hasta el momento se
han excavado 11 de estas grandes casas, si bien, deben existir unas
30 más. En el interior de las casas han aparecido más de un centenar
de mosaicos, algunos de ellos verdaderas obras maestras de la
musivaria romana.
Por último, en la ampliación adrianea se encuentran los grandes
edificios públicos. El anfiteatro constaba de tres cáveas o cuerpos
de gradas, aunque en el estado actual de conservación sólo quedan
las dos inferiores. Por sus dimensiones es el tercer anfiteatro
mayor de los conocidos. Su construcción se revela como una sólida
mole de hormigón recubierta por losas de arenisca y mármoles,
habiendo contado con elementos constructivos de otro tipo, como
sillares y ladrillos, en algunos espacios situados en las entradas.
Una vez abandonado, el edificio no llegó nunca a ser cubierto del
todo por los sedimentos de aportes aluviales, con lo cual no puede
precisarse cuándo comenzaron las investigaciones arqueológicas, lo
que sí es seguro es que fueron precedidas por numerosos actos
vandálicos y de expoliación.
Las termas mayores constituyeron un conjunto de grandes
proporciones, pero tremendamente saqueado por los buscadores de
mármoles. No obstante, se conserva casi íntegra la infraestructura
termal, incluidos los conductos que comunicaban los hornos con los
distintos hipocaustos de diferentes dependencias. En recientes
prospecciones geofísicas, parece que pueda haberse identificado la
palestra.
En la parte más alta de la ciudad se levantan los restos del
Traianeum, templo de culto al emperador Trajano divinizado. Apesar
de la importancia de este edificio, que retoma la idea helenística
de ""enterrar"" al fundador en el corazón de la ciudad, sus
dimensiones se adaptan al urbanismo general proyectado de antemano.
San Isidoro del campo conjunto monacal del cister: El Retablo
La inestabilidad estructural del Retablo del Santo Cristo hacía
necesaria la intervención sobre esta pieza que se ubica en la
cabecera poligonal de la única nave de la segunda iglesia del
Monasterio de San Isidoro del Campo, antigua iglesia parroquial,
fundada por el hijo de Guzmán el Bueno, Juan Alonso Pérez de Guzmán
y su esposa Urraca Osorio, quienes decidieron construir para su
enterramiento, como panteón familiar, una iglesia yuxtapuesta a la
primitiva y comunicada con ella interiormente por un gran arco.
Obra de 1730
La obra, fechada en torno a 1730, aparece compuesta en tres planos,
lateralmente inclinados para adaptarse al perfil poligonal de la
cabecera de la iglesia. El frente se estructura por medio de cuatro
grandes estípites, que delimitan campos ornamentales típicos del
repertorio del ensamblador zamorano Jerónimo Balbás y sus seguidores
y nichos para imágenes.
En el espacio central hay trazado un rehundimiento en forma de cruz
con El Crucificado del s. XVI, atribuido a Jerónimo Quijano. A sus
lados, La Virgen y San Juan componen el habitual Calvario y parecen
corresponder, como el resto de las esculturas y relieves, al tiempo
de ejecución del retablo.
En las calles laterales aparecen las imágenes de San Juan
Nepomuceno, San José, y dos tondos en altorrelieve con Santa Bárbara
y Santa Catalina. En el ático destaca el relieve de Santa Paula y
San Jerónimo en el portal de Belén y en los remates laterales se
sitúan San Cornelio y San Geroncio. Dos retablitos-ménsulas del
siglo XVIII, situados a ambos lados del retablo, contienen las
esculturas de San Joaquín, en barro cocido de la misma época, y San
Sebastián, talla del siglo XVI. Salvo el Crucificado, el resto de
las esculturas parecen cercanas a Hita del Castillo. |